PROLOGO

Siempre se dice que los sueños si los sueñas muy fuerte se pueden hacer realidad.....con Michael he vivido muchas alegrías en mi vida, como a su vez tristezas en estos casi 30 años de fan. Lo he soñado de mil formas diferentes, en diferentes situaciones. Michael es un ser único. Estas son mis historias de amor con el.

jueves, 22 de diciembre de 2011

“Amor y Vida en Navidad” – (Breve relato romántico)


Como hacía tres años, y desde que estábamos juntos, siempre festejábamos la Navidad en algún lugar del mundo.
El primer año, él, como caballero que es, me dejó elegir el destino, el cual fue Londres. Ya para el año siguiente, le tocó a Michael la selección de la ciudad navideña y esa vez fue Berlín, siendo este otro de los puntos repartidos en el planeta que más amaba, donde más cómodo se había sentido durante sus giras.
Este año, el sitio en cuestión sería en el hemisferio sur, al sud del ecuador, en una ciudad emplazada en el trópico.
Si bien yo no era americana, en estos años a su lado, me había adaptado bastante a las tradiciones de Michael; acostarme a dormir temprano en la Nochebuena y, a la mañana siguiente, despertar para abrir los obsequios dejados por Santa. Un hábito que había comenzado a disfrutar mucho; tenía mucha magia y me recordaba a ese video en el que está junto a sus amigos, desenvolviendo cada regalo y riendo al ver lo que escondían eso metalizados papeles con enormes moños multicolores. 
Esta vez, sería distinto, me había propuesto hacerle sentir la Navidad como yo la había disfrutado desde muy pequeña y en un lugar donde el clima fuera entre cálido y templado.
De alguna manera le haría conocer esa sensación de estar a pocos minutos -interminables por cierto- de la medianoche y estallar en sonrisas, algunas veces en llanto por las remembranzas danzando en nuestros interiores, para después ir -de inmediato- a buscar debajo del árbol navideño, lo que la esperanza nos había dejado, en premiación a todo el año.
A él, le fascinó la idea, estaba muy entusiasmado, quería conocer mi estilo en esa fecha tan particular de diciembre, donde todos los sentimientos son depurados y manifestados en forma espontánea.

El clima elegido, esta vez sin nieve, lo había pensado por la calidez y el calor que emanaba Michael, no sólo en se persona o por su apasionada manera de amar, sino que le quería hacer vivir, lo que viví aquella vez, perdida en el tiempo, cuando yo tenía apenas 12 años y lo vi por primera vez en “Beat it”.
¡¡Qué hermosa sensación, el sólo recordarla, me estremece el alma!! Por eso, siempre había tenido ese sentimiento, de que Michael era una fuente de calor, una fogata convocante de seres en derredor suyo, buscando esa candidez que lo hace único, un prodigio de la creación.
Claro que después de haberlo conocido en persona, de habernos enamorado a primera vista –suya-, yo ya estaba enamorada de él desde hacía décadas, me daría con la verdad… Michael, no era una fuente de calor, me había equivocado… él, es una marea de fuego y amor y es implacable con su ardor, quemándome en sus valientes brazos o en la hondura de sus preciosos ojos.

Habíamos alquilado el último piso en uno de los edificios más altos de la ciudad, el cual, contaba con todas las instalaciones de lo más confortables: buena iluminación, tanto de día -con la luz solar- como de noche, con las luminarias decorativas del apartamento. Solamente estaríamos allí durante algunos días, luego, volveríamos a California el día 27 por la noche, porque Michael tenía algunos compromisos importantes antes de Fin de Año.

Esa mañana, ambos, despertamos temprano y nosotros mismos  prepararíamos todo para nuestra gran noche. En el lugar, sólo estábamos los dos, no había empleados; si sus guardias, apostados en los alrededores del gran lobby del piso arrendado, con vista a la inmensa playa que, esa misma noche, se iluminaria con un show de fuegos de artificiales.
Michael, continuó con lo que habíamos dejado inconcluso durante la noche anterior, el armado del gran árbol que gobernaría la sala durante nuestra estadía. Un hermoso abeto natural, adornado con muchas esferas con forma de manzanas y en tres colores, cada cual con su significado y encerrando una intención en cada uno: dorado, simbolizando la luz del sol, el oro, las alabanzas al Supremo Hacedor por todo lo dado durante el año y esperando a que los meses venideros fueran mejores aún; plata, semejando a la luminosidad de la luna, la fortaleza y la nobleza; y desde luego, el rojo, con todos sus atributos y sus contundentes significado: amor y pasión… precisamente, al colgar la primera de estas manzanitas ornamentales, nuestro primer deseo se cumplió, por eso debimos abandonar ambos anoche la tarea…

Mientras mi dulce señor seguía con los menesteres festivos, yo, preparaba lo que sería la cena; algo liviano y regado con un finísimo champagne escogido por Michael.
El día transcurrió tranquilo, con el duende de la Navidad rodeándonos siempre.
Al fin, llegó la noche tan esperada y anhelada. Entre tanto, él, se bañaba –yo ya lo había hecho antes- me arreglé con una ropa comprada en Los Ángeles, para esta ocasión. Un hermoso vestido ceñido y confeccionado íntegramente en encaje rojo, un color no muy habitual en mí, pero pensando que era el color preferido de mi Amor, lo acabé comprando; quería complacer su vista y, además, era un tono que realzaba y le sentaba muy bien a mi piel. También, me había hecho de unos bellos zapatos al tono, con altísimos tacones revestidos en strass plateados, pareciéndose mucho a los mágicos zapatos de Judy Garland en “El Mago de Oz”, y como ya todas saben, una película especialmente adorada por Michael, en donde él fue protagonista en una remake del año ´78.

Sentía todos sus gráciles movimientos en el vestidor; su respiración serena y hasta el sutil perfume de diseño usado para momentos especiales y -en sectores específicos de su cuerpo- según él, el mismo que llevaba en la ocasión cuando  nos conocimos.
Al salir de allí, de la habitación que precedía a nuestro cuarto, ya acicalado, ambos nos quedamos deslumbrados ante la visión del otro, aunque, yo directamente quedé enmudecida, en primer lugar, por la coincidencia en los colores de su vestimenta con la mía; segundo, por su gran belleza, elegancia y sofisticación de la que era dueño.
De garbo distinguido, enfundado en unos negros pantalones, bien adheridos a sus largas piernas, acabando en unos zapatos de cuero en el mismo tono; la camisa, en rojo carmín y en contraste con la albura de su radiante piel, más su oscura cabellera -ahora corta- y con un brillo sin igual.
No podía entender cómo podía concentrar todo a la vez: hermosura seductora e inocencia de niño.
Estaba absorta ante esa aparición cuasi mística. Si bien, esperaba que saliera del guardarropa a mi encuentro, mi mente no daba para haberlo imaginado así, tan espléndido; no me bastaba la vista para recorrerlo, necesitaba acercarme y tocarlo para ver si era real o una alucinación.
A duras penas mis piernas respondían para caminar, el impacto al verlo me evocó a la primera vez que me miró; en ese momento quedé hecha trizas, como si un huracán hubiera arrasado con mi memoria, despojándome del pasado y sólo él, tutelando mi futuro cuan soberano Rey del Amor.

Me recibió en sus brazos, casi presagiando un desplome de mí ante su galanura; parecía un padre esperando a su pequeño hijo en los primeros pacitos.
El contacto con su cuerpo me devolvió algo de lucidez. Su sonrisa hechicera y su mirada arrebatadora, me tatuaron otras en mi rostro, reflejando su brillo de sol, como si apenas fuese una luna que sólo reluce cuando él está presente, sino, simplemente era un satélite a medio extinguir y ansiando su centello de astro regente para existir.      
Toqué su rostro, sus brazos y su torso, confirmando que era cierto,  Michael era tan real como lo que vivía cada mañana al desvelarme y encontrándolo a mi lado, dormido, en la más apacible paz del sueño. Podía quedarme horas mirándolo, peregrinando cada milímetro de su belleza, sin cansarme, descubriendo algo que me atraía cada vez más hacia él.


No tenía manera de escaparle a la trampa de pasión que había entretejido en mis arrabales, circundándome permanentemente. 
Luego de abrazarme y decirme que estaba encantadora, tomó mi mano derecha y, en un pase de magia, me hizo rotar sobre los strasses de mis tacones, como a una ballerina en su cajita de música, bailando con el sonido de sus palabras y con la sublime luminosidad de sus grandes ojos en forma de almendras:
 
- "¡Te has vuelto una amenaza a mi conciencia, Amor!"- y continuó -"¡Eres hermosa!"- 

Yo, simplemente sonreí y me arrimé a besarlo tiernamente ¿Qué podía decir? Si al verlo, me quedé sin palabras; si al escucharlo, acallé hasta mi propia voz, para que sólo la suya susurrara en mi mente. 

Las horas hacia la mitad de la noche, se estaban acercando. En tanto Michael daba el repaso final por el árbol que él terminó de adornar, me confió que sentía aleteos de libélulas en su estómago y se sentía ansioso por la llegada de la Navidad. Lo que yo quería mostrarle era exactamente eso, la hermosa sensación que vivíamos en mi tierra en ese momento del año; al parecer, todo estaba surtiendo efecto sobre él. Ello, me hacía feliz, necesitaba retribuirle toda la ilusión que me hacía sentir en cada una de estas fechas.

Empecé a acomodar la pequeña mesa colocada en la gran terraza del departamento; la vestí con un mantel escarlata con guardas de paisajes nevados, compulsando con el calor tropical de la noche. Sobre ella, coloqué dos charolas con los opuestos del universo: dulce y salado. En la bandeja dorada puse petit-fours de chocolate, grosellas y coco; en la otra, monté bocadillos en salmón, caviar y ciboullete, todo hecho con mis manos. Arreglé el balde que ostentaba hielos facetados en varias caras, imitando diamantes y conteniendo al tesoro burbujeante del espumante dorado en el interior de la botella, que también acomodé con elegancia.

Mientras delicadamente hacía eso, Eolo, el dios de los vientos, acarició mi rostro y magnéticamente, el paisaje me llamó a contemplarlo. Apoyé mis manos en el barandal de mármol del enorme balcón y me dejé acarrear por todo lo que veía.
La noche, oscura y profunda, se despertaba ante una playa insomne, iluminada con miles de habitantes vestidos de blanco; ellos, estaban esperando lo mismo que nosotros. 
Un plácido mar, se confundía con la espesura nocturna y brillaba en conjunto con las estrellas que, esa noche, rutilaban más de la cuenta.
Andando ese panorama supremo, sentí sus pasos muy cerca de la mesa, escuché cuando quitó la botella del hielo que empezaba a licuarse, igual que mi corazón al sentir su presencia; estaba a punto de descorcharla.

Mis ojos fueron llevados a los suyos, mirándome con cautivante observación. Creo que leí su mente al colarse un pensamiento específico, el recuerdo de cuando nos conocimos aquella vez en una fiesta, en la que ninguno de los dos había pensado estar, y todo  gracias a unos amigos productores de música, que me invitaron a ese coctel, cambiando mi vida.
Recuerdo que su visita, fue inesperada. Michael, casi nunca asistía a esos eventos; no se solía mostrar en lugares así, se incomodaba eclipsar al anfitrión de la velada o a algún agasajado en especial,  entonces, con la humildad que lo caracteriza, prefería no ir. Pero, aquella vez fue distinto, había sentido la necesidad desconocida de concurrir a esa velada en particular, ni él mismo se explicaba cómo una fuerza lo había empujado hasta ese lugar; jamás se había sentido así.
Cuando llegó esa noche al salón y me vio, supo el por qué de ese impetuoso apremio de tener que estar y yo, supe para qué había venido a este mundo

Todos esos recuerdos, revoloteaban en mi cabeza, dividiendo mi alma entre mirar el paisaje noctámbulo y admirar a mi Amor.
La balanza siempre se inclinaba de manera absoluta hacia él; Michael acaparaba mi existencia, todo desaparecía al tenerlo tan próximo, todo se esfumaba con apenas nombrarlo.
Una ráfaga envidiosa, revolvió algunos de los rizos que había dejado a los costados de mi rostro para quitarle formalidad a mi cabello recogido, forzándome a quitar mis ojos de él. Con cierto apuro, retiré los cabellos que competían con mis pestañas y traté de acomodarlos detrás mis pequeñas orejas, y cuando iba a retornar mi mirada a la obra de arte de Dios, hacia Michael, una intrépida bengala multicolor se estrelló en el cielo, estallando en miles de colores.
El estrépito y la coloración del artificio, en salomónico juicio, dictaminó que mis sentidos fuesen a ese punto de luz, pero, eso no quedaría así…
Un fogoso escalofrío me transitó lentamente, anticipando una vibración que hizo tañer mi corazón; los brazos de Michael, con sendas copas de rubia bebida en sus manos, se cruzaron ante mis ojos. Él, apoyó los cristales en el barandal y me abrazó desde atrás, a traición, como a mí me gusta que lo haga, consiguiendo que el horizonte que antes me había fascinado, ahora se desdibujara, desapareciendo.
Cerré mis párpados para desmoronarme en su abrazo. Me sentí atrapada amorosamente por un efusivo remolino de flores, enrollando mi cuerpo. Sus labios, formados por dos pétalos de jazmines, dulces, suaves y fuertes -a la vez- se juntaron con los míos, siempre en constante germinación hacia los suyos. Un sutil roce de ellos, me recordó a quien le pertenecía, luego, los alejó fugazmente para desheredarme, aunque fuera por breves segundos de su amor carnal; un mínimo escarmiento por apartar mi vista de él al pretender mirar la noche.
Me sentía reina entre sus brazos y vasalla ante mi soberano; Michael, conseguía separar a mis dos mitades con su fogosidad.
Durante su buceo por mis ojos, me preguntaba:

-“¿Estás bien, mi Amor?”- Con voz grave y un sinnúmero de chispas de ternura. Yo, le contestaba:

-“¡Claro que sí, Mi Vida, estoy a tu lado!”- Justificando con mi débil voz y miles de suspiros, amarrando sus oídos y remolcándolo nuevamente a mi boca.

Nos besábamos y yo giré mi cuerpo lentamente para estar bien en frente suyo, disfrutando de todo lo que representaba para mí. Me colgué de su cuello para asegurarme a algo firme mientras me hacía volar con su cuerpo ligado al mío.
El sonido del mar, se acalló; los colores de la noche, se diluyeron en sus besos y todo lo que nos acordonaba a la Tierra, se desencadenó, desenredándonos para gozar de nuestro propio universo.
De a poco, el entorno volvió a ocupar su lugar; ambos dejamos de flagelarnos con brioso afán de llegar más allá de lo que nuestros labios nos concedían; debíamos dejar algo para más tarde… una vez que el gnomo navideño emprendiera su rumbo a otra latitud.
Repentinamente, recordamos nuestras finas copas en el antepecho del mirador hacia el Atlántico. Allí estaban ellas, abandonadas del calor de sus manos, pero, aún así espumando en la plenitud del brillo ámbar del champagne.
Él, volvió a tomarlas a ambas y una, la acercó hasta mis manos, aún temblando; todavía no me acostumbraba a no desfallecer cuando me tocaba.
Un pequeño brindis antes de perder el elixir de los dioses en nuestras bocas, un guiño de su ojo izquierdo más una remontada de su ceja derecha, hizo arder mi realidad, volviendo una braza a mi garganta que se aferró a cada gota del espumante al pasar por ella.
Miles de pequeñísimas pompas de oropel líquido se deshacían al colisionar con mi nariz al sorberlo. Michael, sonreía al ver que me producía cosquilleo esa reacción en cadena de la blonda bebida.
Con delicadeza, se avecinó hasta la mesa y trajo entre sus manos a dos de las exquisiteces de la cena.

-“¿Dulce o salado?…Escoge, Amor”- Me sondeó, entrando por mis pupilas para conocer de antemano mi respuesta.
Él, sabía que mi debilidad eran los salados, pero, decidí sorprenderlo con una retórica que nos definía como pareja, como amantes y compañeros:

-“Dulce, Vida… como lo eres tú y todo lo que me has dado en todo este tiempo”- Le susurraba segura, sin dejar de mirarlo. Michael, buscando la frase que me postrara –por enésima vez- alegó:

-“Entonces, tú me darás de probar el canapé salado que representa lo que tú eres Amor; sal en mi vida, el condimento indispensable para seguir vivo y a tu lado”-

Sus palabras, lacraron mis labios, un sollozo amordazó feroz a mis cuerdas vocales y se reunió con las campanadas de medianoche en una iglesia lejana, anunciando a la Navidad.
Michael, enseguida, se apresuró a levantarme entre sus brazos, alzándome desde debajo de mis nalgas envainadas en el bermellón del encaje, dejando que me deslizara desde lo alto sobre su figura, haciendo de nuestras miradas una sola y escuchar, entre los estrépitos de los artificios en el cielo, unos:

-“¡Feliz Navidad, Amor mío!” … “¡Feliz Navidad, Vida mía!”- 

Olvidamos los alimentos y nos volvimos a fusionar en un beso eterno y un abrazo sin final. Mis lágrimas, brotaban de felicidad y resplandecían en mis mejillas, como las estrellas en conjunto fosforescían con los cientos de fuegos artificiales en el tórrido firmamento.
Michael abandonaba mis labios y me miraba sonriente y afanoso; veía en sus ojos que quería entregarme su obsequio, diciéndome:

-“¡Ven, vamos adentro, quiero darte mi regalo!”- En tono juvenil y maduro. Yo, aún quería sentir el sabor de sus labios, pero accedí, después de todo, estaba mucho más anhelante que él.

Entramos rápidamente a la sala donde el pino estaba encendido en miríadas de lucecitas de colores; como pequeños fuimos hasta donde dos cajitas, una en papel con mariposas, el regalo para mí y la otra, con envoltorio en papel con minúsculas florecillas, mi presente para él.
Los dos, tomamos el regalo que nos correspondía hacer y nos lo  intercambiamos. Ninguno pudo esperar a que el otro lo abriera primero, aunque no perdíamos oportunidad de escudriñar la reacción del que llegara antes al objeto ofrendado.
Ambos, lo hicimos al mismo tiempo y al mismo tiempo, dejamos escapar un suspiro y una mirada, buscándonos.
Estábamos desconcertados y conmocionados, ante cada elemento. Otra vez, la coincidencia se hacía presente, otra vez la casualidad hacía de las suyas, aunque, las casualidades no existen.
En la quietud de la habitación, yo, sacaba del interior del cofrecito, una cadena con un colgante de oro que dibujaba un círculo conteniendo a un corazón; símbolos inequívocos que personificaban a la Vida y al Amor respectivamente.
Michael, en su ya conocida manera de manifestar ideas a través de los signos, había logrado encarnarnos en ellos. Y yo, por medio de la palabra, había hecho grabar en una medalla junto a una dorada cadena: Amor y Vida.

Todo estaba dicho, más allá de las sincronía en la coloración de la vestimenta y en la de los dones para cada uno, la idea que flotaba era que llegábamos a pensar casi igual, como si los dos conformáramos una misma mente y un mismo corazón, pero conservando nuestras individualidades.
Sin decir palabras y con sonrisas estampadas en el rostro, él, colocó la cadena en mi cuello, después, yo lo enlacé con los diminutos eslabones de oro.
Michael, se arrimó a mi oído y dijo con dulzura:

-“¿Vamos afuera, a mirar el show de fuegos para la Navidad?”- 

Yo, contesté asintiendo con mi cabeza, sumiéndome en el calor  desprendido de su cuerpo.
Enfilamos de la mano hacia la puerta ventana que se abría a la terraza. Yo, salí primero, sin soltar su mano, pero, inesperadamente Michael me haló de nuevo hasta donde él se había detenido, justo en medio de la puerta y mirando hacia arriba; con un gesto me señaló el muérdago que pendía del dintel de la abertura y rememoré lo que reza la tradición celta: cuando una pareja pasa por debajo de esas mágicas hojitas recortadas en forma caprichosa por la Naturaleza y de ese fruto rojizo que llama la atención por su vivacidad, deben darse un beso; eso sella un año de amor e invoca a que Cupido nunca descuide a los consortes
Por supuesto, cumplimos con esa antigua usanza; una excusa más para volver a sentir sus labios transitando mi boca, siempre codiciosa de su delicioso sabor.
Luego, volvimos al exterior del balcón y juntos y abrazados, disfrutamos de las estruendosas explosiones de las distintas gamas de colores en el cenit celeste, celebrando la alegría de estar un nuevo año y viviendo este amor que no tenía explicación.

Me amarré a su cintura, apoyando mi cabeza en la suave camisa roja que cuidaba su piel de mi respiración abrasadora; Michael, me aprisionó con uno de sus brazos desde mi talle y con la otra, acarició mi rostro cuando mirábamos el espectáculo.
Nada en este mundo me hacía más feliz que estar ahí con él. Vertí mis lágrimas y la brisa se encargó pronto en disiparlas, cuando le rogué a Dios por larga Vida e inmortal Amor para poder disfrutar de lo que Michael es para mí:

El Amor de mi Vida.         






ESTELACBA -  Star InLove                            

Regalos de Amor (Historia Navideña)




Era la tarde del 24 de diciembre, por fin había llegado ese día.- Era una noche buena muy esperada.- Era la primera Navidad que íbamos a pasar solos Michael y yo.-
Una semana antes le propuse:
-“Mike, cariño, ¿Por qué no pasamos esta navidad nosotros dos solos? Me gustaría hacerte un regalo especial esta Navidad, y que disfrutemos de estar juntos, sin las familias… solo nosotros… ¿Qué te parece?” –
-“La idea suena prometedora… nosotros dos solos… ¡Me gusta ¡!!!... Aunque no se cómo lo tomará mamá.- No será fácil, ella hace mucho hincapié en la unión de la familia sobre todo en estos días”.-
Esa era una gran verdad.- No sería fácil convencer a su madre.- Ella, como es natural, buscaba tener a toda la familia (que es enorme) unida en ese día tan especial.- Para Mike la Navidad era algo muy importante.- Él y su familia no hacía tantos años que celebraban la navidad, debido a la religión que profesaban.- Comenzó a hacerlo ya de adulto, alentado por un amigo, y ahora la disfruta como un niño.- Y luego entusiasmó a su familia, que a pesar de credos y costumbres, poco a poco y al principio sólo algunos, comenzaron a celebrarla, hasta que todos hicieron lo mismo y en familia.- Mike siempre recalca que el espíritu navideño es unión y amor, que es el momento más oportuno para el encuentro de la familia, para limar asperezas y recordar que somos hermanos, y que nos queremos por sobre todas las cosas, a pesar de las diferencias que podamos tener en la vida cotidiana.- Se lo mucho que significa para él la unión de la familia en esta fecha tan especial y por nada del mundo quería yo quitarle ese sentimiento.- Pero esta navidad yo quería que celebremos el amor por sobre todas las cosas, nuestro amor.-
Él lo comprendió y enseguida llamó a su madre para decirle que esa noche buena no iríamos, que preferíamos celebrarla nosotros solos, y que sí iríamos a almorzar al otro día, 25 de diciembre.- Mi suegra no entendió o no quiso entender lo que Mike le quería decir.- Para ella era una ofensa que no fuéramos a la reunión familiar.-
-“Pero mamá, es nuestro deseo para esta navidad, tienes que comprenderlo” – finalizó Mike terminante, aunque triste.- A él no le gusta decepcionar a su madre.- Y yo lo comprendo.-
-“Mamá está bastante molesta, pero deberá aceptarlo.- Aunque me duele que se ponga así.- ¿Sabes? Creo que esto lo tendríamos que haber decidido un poco antes, no tan sobre la fecha, así le daríamos tiempo para hacerse a la idea” – me decía algo preocupado.-
A mí me parte el corazón verlo así.- Él es mi amor, mi vida, mi todo.- Él es más necesario que el aire que respiro.- Hace algo más de dos años que estamos juntos, viviendo en su casa, que ahora es nuestro hogar.- Los dos años más felices de mi vida.- Pero no nos hemos casado, y eso, es una espina dolorosa para mi suegra.-
Era cierto, mi decisión fue un poco sobre la hora, solo una semana antes de navidad, pero…. Bueno, se dio así.-
Para mi sorpresa, mi madre también se molestó bastante.- Mi familia es muy pequeña al lado de la de Mike, y esa noche irían a casa de mi suegra y pasaríamos todos juntos.- Como ya lo hicimos las dos navidades anteriores.-
-“Mamá, esta navidad quiero que sea distinta… quiero estar sola con mi marido.- ¿Es tan difícil de entender eso?”.- le reproché.-
-“No es tu marido” – fue la respuesta corta y seca del otro lado del teléfono.- Algo que me sorprendió, porque mi madre no es reacia a la idea de convivir sin estar casado.- Pero cuando a una persona no le gusta la decisión de otra, todo argumento es válido para echar mano y salir favorecido.- A mi madre le encanta ir de visita a casa de mi suegra, y las dos navidades anteriores las disfrutó muchísimo.- Yo la entendía también.- Ir a la casa de mi suegra, a ella le recordaba las navidades de su infancia, donde se reunía su familia que era enorme.- Pero yo tenía otros planes para esta navidad.-
Habíamos preparado el árbol, decorado la casa, acomodado los regalos.- La infinidad de sobrinos de Mike, más mis cuatro sobrinos, podían mantener bien ocupado a Papá Noel.- La enorme sala de casa parecía no poder contener tantos regalos.-
Muchos de los regalos los habíamos comprado juntos durante esos días previos.- Otros por separado.- Cuando Mike comenzó a colocar todos alrededor del árbol, comprobé que Mike había comprado una cantidad enorme de regalos, algunos se veían enormes.- Debo admitir que la curiosidad comenzó a carcomerme.- ¿Qué serían? ¿Y para quien cada uno?.-
Preparé para la cena un pavo y un par de ensaladas.- Mike me ayudó a preparar un postre, tiramisú, y unos cupcakes para el café.- A él le encanta experimentar en la cocina y sobre todo en la repostería, y tiene una gran habilidad para ello.-
Yo estaba terminando de acomodar unas cosas en la cocina, y de golpe, Mike me abraza desde atrás y me da un beso en el cuello.- Me mantiene bien rodeada entre sus brazos, su mejilla derecha pegada a la mía izquierda.- Siento su aroma exquisito que me invade y me envuelve como un dulce manto, mientras sus largos rizos de seda me acarician, traviesos, haciéndome cosquillas en mi oreja.- Su respiración suave y armónica y su aliento dulce y fresco, resoplan y parecen penetrar por los poros de mi piel hasta llegarme a los huesos y circular por mi sangre, recorriéndome toda.- No puedo describir con palabras el mundo de sensaciones que me genera Mike cuando se me acerca, y más cuando me toca.- Puedo decir que es como tocar el cielo con las manos, como haber hallado el paraíso, y sin embargo, definiciones tan bellas no alcanzan a dimensionar todo lo sublime, todo el oleaje de sensaciones, emociones y sentimientos que este hombre hermoso y perfecto genera en mí sólo con mirarlo.- Y ni hablar cuando él me mira, me toca, me besa, y más que nada, cuando me hace el amor.- Nada de eso tiene explicación coherente, ni se han inventado las palabras que puedan definir tanta hermosura, perfección y devoción.-
Dicen que al final del arco iris se encuentra la Felicidad… con Mike he volado, hilvanando cielos de amor y surcado ese arco iris mágico donde cada color es un dulce sentimiento, y con él, he llegado al otro lado, al final, donde se halla la Felicidad.- Mike es mi felicidad.-
-“Estoy muy intrigado con ese regalo tan especial que dices me tienes preparado” – me dijo pícaro – “Espero que sea un reloj.- El mío ya no tiene arreglo, y de veras eso me tiene apenado” – me dijo con la ternura de un niño.-
Ese reloj fue el primer regalo que le hice, cuando recién nos conocíamos.- Desde ese momento lo usó siempre.- Le tomó un cariño tan especial que yo a veces no lograba comprender.- Con el uso, fue teniendo problemas, hasta que un día se le cayó y una pieza importante se dañó.- Lo mandó a arreglar, pero ya no quedó igual, y cada tanto tenía que llevarlo al relojero para hacerlo ver nuevamente.- Realmente era más fácil comprar otro,, pero no, él quería ése.- Y que me dijera que ya había que cambiarlo…. ERA TODO UN MILAGRO ¡!!.-
-“¡CAMBIAR TU ADORADO RELOJ ¡!...¡Caramba Mike! Hasta Santa quedará sorprendido…! – le dije burlona.-
-“Es que, más que nada es por quien me lo regaló… una señorita que en ese momento me trataba dulcemente y ahora hasta se atreve a burlarse de mí” – dijo risueño y haciéndome cosquillas en la cintura.- No puedo resistir las cosquillas, y él… se aprovecha de eso.-
-“Jajaja… ¡Basta Mike ¡!! No seas tramposo” -  le decía yo tratando de defenderme de sus dedos y con un ataque de risa.- Las cosquillas me estaban matando.-
Mike cambió completamente, y ya sus dedos se habían deslizado por debajo de la blusa que yo llevaba puesta.- Lentamente, su mano fue subiendo, mientras que con la otra, desde afuera, iba desabrochando uno a uno los botones.- Ya con la blusa completamente abierta, llegó con ambas manos a acariciar mis senos por encima del soutien.- Sacó a ambos por encima de éste, quedando el soutien como dos arcos sosteniendo desde abajo ambos pechos que colgaban hacia afuera.- Comenzó a estrujarlos con sus enormes manos, tan suaves al tacto como fuertes y varoniles.- De pronto me ví sumergida en un mar de sensaciones en el que remaba dificultosamente, tratando de no ahogarme en mi propia lujuria que emergía como un torrente.-





Apoyándose entre mis glúteos sentí su enorme pene, duro como el mármol, creciendo y avanzando, tratando de abrirse paso a través de la ropa.-
Comenzó a tironear mis pezones, que estaban duros y erguidos como dos picos salientes.- Si bien siempre se regodeaba bastante en esa área, esta vez no sólo los disfrutaba, parecía estar estudiándolos, como extrañado o maravillado.-
Mi calma pasó drásticamente, en segundos, a una agitación imparable.- Mis jadeos se iban encadenando con suspiros y mi respiración se fue entrecortando.- Con los brazos hacia atrás y arqueando mi espalda acaricié su nuca y su cabello de ensueño, sedoso y perfumado con una fragancia que parecía el elixir del amor y me despertaba la hembra dormida que llevaba dentro.-
Me dió vuelta en un segundo, y ya de  frente, nos aprisionamos entre nuestros brazos y nos encadenamos con nuestras bocas en fogosos y estruendosos besos.-
Le quité su clásica camiseta blanca, que era lo único que cubría su hermoso torso y él me bajó la amplia falda larga que yo llevaba.- Finalmente y con su ayuda, le quite los pantalones pinzados que llevaba.- Ambos quedamos en ropa interior y el slip hanes blanco de Mike parecía iba a rasgarse, ya que su delicioso contenido quería salirse de una vez.-
Me sentó en la mesa de la cocina, quedando él parado y deslizó de costado mi diminuta tanga y comprobó que en sólo segundos logró que mi sexo ya estuviese empapado, mientras él sacaba hacia afuera y por encima del slip su adorable miembro en todo su esplendor, que parecía pedir a gritos, como su dueño, amor y cobijo en lo hondo de mi femineidad.- Los ojos se me fueron tras su encantador atributo, y cuando alcé la vista ví sus ojos sensuales observándome y con voz sexy y mirada arrolladora me dijo en un susurro…
-“ Mirona… !!!” –
Yo le iba a responder, pero no me dio tiempo… mientras nos mirábamos a los ojos repentinamente sentí toda su hombría abrirse paso de manera intempestiva, como un huracán dentro mío.- Me quedé con las palabras en la boca y en su lugar exhalé un grito de dolor y placer, de lujuria incontrolable.-
Generalmente Mike comienza siendo muy cariñoso, de manera suave y lenta y va subiendo el ritmo.- A veces es más instintivo, como esa tarde.- Comenzó muy apasionado y siguió así hasta llegar a un ritmo muy frenético.- Me empujó hacia un orgasmo devastador del que me costó recuperarme.-
Aminoró un poco su marcha, y ahí aproveché a besarlo, con mi respiración jadeante, le daba besos entrecortados… es que su boca cuando se pone frenético en pleno éxtasis amoroso es un manjar exquisito que solo verlo y no probarlo se transforma en un sufrimiento.-
Súbitamente me recostó sobre la extensa mesa de la cocina, arrastrando con su brazo y con poco cuidado hacia los costados las poquísimas coas que quedaban, ya que yo ya había sacado casi todo.- Él de un salto se colocó totalmente encima de mí y esta vez en forma más lenta comenzó a penetrarme, y una vez que logró estar totalmente dentro y hacerme gemir de placer se quedó quieto y comenzó a besarme en el cuello y el hombro.- Cerca quedaba un pequeño pote con crema que habíamos utilizado para el tiramisú y estiró su mano y hundió dos de sus dedos en él.- Comenzó a colocarme la crema en mis labios, como i los estuviera pintando con un lápiz labial y luego comenzó a lamerme los labios.- ¡Fue algo enloquecedor sentir su lengua sus jadeos y su pene tieso y quieto dentro mío!!!.- Comencé a moverme, y el despacio hizo lo mismo… me estaba desesperando.- Siguió con el juego de la crema, untando nuevamente sus dedos y esta vez  yo se los agarré con mi mano y se los chupé uno a uno, muy lentamente y mirándolo fijamente a los ojos con mi mejor mirada asesina lujuriosa, mientras él se balanceaba muy lentamente y emitía esos jadeos y grititos que a mí me volvían loca.- Seguimos jugueteando con la crema por un rato, disfrutando de ese juego erótico mientras él se balanceaba lentamente encima de mí , aunque ya a un ritmo más  intenso.- Volvió a llenarme los oídos con palabras de lo más obscenas que a ambos nos desquician en esos momentos de frenético amor.-
-“No sabes lo que te espera para después de la medianoche mi amor” -  me amenazó en un demoledor susurro, mezclado con gemidos, mientras yo jadeaba recuperándome de otro orgasmo.-
-“ Tu tampoco te imaginas con lo que te encontrarás esta noche mi amor” -  le dije con las fuerzas algo aniquiladas, y por un momento con la lucidez suficiente para reírme para mis adentros… realmente él no sabía lo que le esperaba esa noche tan especial.-
Tomó nuevamente crema, y esta vez quedó más sentado por encima mio y jugueteó con mis pechos, a los que untó suavemente.- En un momento se quedó otra vez pensativo mirándolos.- Yo para mis adentros reía… que hombre este ¡!!
De repente la lujuria lo asaltó de nuevo y olvidó sus observaciones se lanzó hacia mis senos y parecía iba a arrasarlos con su manos, labio y sobre todo su dulce lengua.- Un apetito asesino se apoderó de él.- Me enloqueció en un extremo tal, que ya perdí noción de todo y ambos entramos en una espiral de deseo y lujuria de la que ya no podríamos escapar.- El ritmo se hizo muy vertiginoso, algunas cosas cayeron al suelo,  hasta que los ruidos ya no fueron audibles para mí, ni la imagen de todo lo que nos rodeaba.-
Estaba mi hombre, mi hermoso Michael, horadándome por dentro con tanta fuerza y maestría que yo ya estaba tocando las estrellas y me quemaba con su amor.-
Nos estrellamos los dos en el paraíso del amor, donde ya no sabíamos donde terminaba el cuerpo de uno y comenzaba el cuerpo del otro, y deseando permanecer así para siempre.- Nos unimos en un grito estruendoso y mágico a coro, mientras su esencia inundaba mis entrañas dejando su dulce huella en mí.-
Lentamente regresamos de nuestro nido astral del amor y volvimos a tomar conciencia cada uno de sí mismo.- Mike  se desplomó lentamente sobre mí, reposando su rostro entre mi cuello y cabello y resoplándome su agitada respiración y dulce aliento en mi oído.- Las manos de cada uno fueron olas para el otro… un mar de caricias nos cubrieron mutuamente.-
Nuestras miradas sucumbieron una a otra, nuestros labios se fusionaron, y luego nos dijimos o mucho que nos amamos.- Así estuvimos un buen rato.- Hasta que… bueno, nos tuvimos que levantar…El teléfono sonó…
 Mike a regañadientes fue a atender.- Era su madre.- Lo esperaba una larga charla, llena de recriminaciones hacia nuestra ausencia esa noche en su casa.- Con señas le dije que iba arriba a bañarme.- Él se sentó, semi desnudo, en el sofá que mira de frente a la escalera, a hablar por teléfono con su madre.- Estaba tratando de reunir toda la paciencia del mundo para enfrentar esa contienda que lo esperaba que,  luego de haber hecho el amor desenfrenadamente y todavía con el fuego sin apagarse del todo en su cuerpo y el alma todavía conmovida, no era fácil.-
Yo me porté mal, llegue a la escalera y me quité toda la ropa, y subí completamente desnuda, saludándolo y provocándolo a cada paso y escalón que subía.- La cara de Mike mirándome desde abajo era indescriptible.- Un instinto bestial parecía asomar por su semblante, borrando todo gesto dulce y cordial habitual en él.- El fuego que irradiaba su mirada me estaba quemando, y al pasarse lentamente la lengua por los labios y mordérselos arrobadora y sensualmente hizo como que una alarma sonara en mi interior.- Tomó entre sus manos su hermoso miembro, para mi sorpresa, nuevamente duro como roca y erguido y me amenazaba con él.- Si no hubiese sido su madre la que estaba en el teléfono, hubiera lanzado el teléfono al suelo y subido las escaleras en loca carrera y me hubiera hecho el amor allí mismo sobre los escalones o me hubiera alzado en sus brazos y llevado corriendo a nuestra habitación y me hubiera penetrado hasta enloquecerme.-
Su madre se ve que esperaba una respuesta y Mike estaba con la mente en otra cosa y ni enterado estaba de la conversación que tenía con ella.-
-“Oh sí mamá… lo siento… no te escuché… perdóname…” – le dijo mirando hacia otro lado y tratando de sonar como siempre, dulce y gentil.-
Mientras su madre le reprochaba en un intento desesperado por convencerlo de ir en pocas horas a su casa, Mike volvió a mirarme con esa mirada de lujuria asesina.- Noté que no sólo estaba excitado, sino también molesto  y frustrado.- Corrí hasta el baño y comencé a darme una ducha.-
Me tomé todo el tiempo del mundo, a ver si Mike aparecía y me daba una sorpresa en la ducha… pero no.-
Terminé de bañarme y salí del baño.- Me asomé a la puerta de nuestra habitación y escuché que seguía hablando por teléfono.- Me imaginé lo molesto que estaría.-
Ya me cambié y arreglé para esa noche… ya eran más de las seis de la tarde.-
Cuando estaba colocándome una bijouterie, Mike apareció de pronto.- No era muy alentador su semblante, pero parecía algo más calmado que un rato antes.-
-“Viene algo controvertida esta navidad.- Mi madre me persigue a sol y a sombra y además tú me provocas y te vas” -  me dijo fastidiado.-
-“Lo siento amor, lo hice solo como una broma, no pensé que te afectaría tanto” – le dije mientras lo abrazaba y le daba un tierno beso en los labios.-
El muy pícaro aprovechó, y pronto sus manos peregrinas comenzaron a recorrerme sensualmente.-
-“Mike ¡!! Ya estoy bañada y vestida ¡!” -  le dije.-
-“¿Y qué tiene? Si estaremos solo nosotros” – respondió con toda razón.-
No pude escapar a sus encantos y otra vez me ví envuelta en sus brazos y al calor de sus besos.- Con su voz sensual comenzó a susurrarme al oído:
-“Por Dios… estás tan hermosa ¡!!... por qué me haces esto? Por qué me seduces de esta manera?”… y siguió, ya diciendo cosas irreproducibles, pero que en lo más íntimo de mi femineidad calaban hondo, excitando hasta la última célula de mi cuerpo.-
Lo más inesperado sucedió en ese momento… el timbre sonó…
Ambos quedamos mirándonos… con la agitación en nuestro respirar, la perplejidad en nuestras miradas, y la desazón de ver interrumpidas nuestras ganas de amarnos nuevamente, y deber enfriar la calentura que nos estaba abrasando.-
-“¿Pero quien puede ser?” – dijimos casi a coro ambos.-
Mike se acomodó la ropa y juntos bajamos hacia la sala.-
Al abrir la puerta no podíamos creerlo… era Alice, mi mejor amiga, con dos bolsas repletas de regalos.-
-“¡SORPRESA ¡!” – gritó eufórica – “He venido a visitarlos y pasar esta noche buena con ustedes…”.- Yo quedé muda… Mike, ni les cuento…
Mike saludó cordial, pero no pudo disimular su mal humor:
-“Me voy a bañar” – me dijo, y me dio un dulce beso en la mejilla, mientras me acarició levemente el rostro.- Se fue cabizbajo, y mientras subía las escaleras noté cómo la tristeza y el desconcierto lo invadía.- Me sentí destrozada.-
-“Alice! ¿Cómo se te ocurre venir así? Sin previo aviso… invitándote tu sola prácticamente a la hora del encuentro” – exclamé enojada.-
-“Pero si dijiste que esta navidad la pasarían aquí y no en casa de la familia de Mike.- Me pareció una gran idea venir y compartir la navidad” – me dijo algo desconcertada.-
-“Pero queríamos estar solos!” – le recriminé.-
-“Pero la navidad es para pasarla en familia, con amigos… no es una luna de miel…” -  me dijo, fuera de toda lógica y ubicación.-
Alice es así, muchas veces le cuesta ubicarse en su lugar y se coloca ella antes que nadie.- Hace años que está sola.- Su última pareja estable, y amor de su vida la dejó hacía como cinco años.- Desde entonces se mantuvo casi siempre sola, y las poquísimas relaciones que tuvo, fueron muy cortas o pasajeras… y totalmente olvidables.- Siempre tuve la sensación que en el fondo ella estaba enamorada de Mike, y eso me hacía sentir rencorosa hacia ella.- Jamás dijo nada, pero yo tenía mis dudas.- Esa aparición inesperada, no sólo respondía a su falta de tacto, a la preponderancia de colocarse ella ante todo y a su aplastante soledad… me pareció que era una manera de, por lo menos ver a Mike, y no sentirse tan sola.- Eso me despertó un cúmulo de sentimientos encontrados, difíciles de explicar.-
Se disculpó una y mil veces, ¿Pero que iba yo a hacer? No podía echarla.- Estaba más sola que un beduino en el desierto.- Era mi gran amiga, y muy buena.- Y si estaba enamorada de Mike, se lo guardaba para ella, no hacía nada al respecto.- De ser así sería un sufrimiento más a la larga lista que ya ella debía soportar.- Podía comprenderla perfectamente.- Mike es un hombre encantador como no hay otro igual.- Hermoso en todos los aspectos, y cuando lo conocí, dudé que él sintiera algo por mí y eso me desesperó y me tenía sumamente angustiada.- No pasa desapercibido y no hay mirada femenina que no se pose en él.- Si él me dejara o llegáramos a separarnos se que una parte de mí moriría y la otra se iría detrás de él, yo no existiría como mujer.-
Dejamos los malentendidos atrás, pusimos al mal tiempo buena cara y charla va charla viene comenzamos a poner la mesa.- Cuando Mike bajó ya estaba todo listo.-
Parecía una aparición mágica… vestido con camisa gris oscura y pantalón negro, sobrio, elegante, con ese cabello negro azulado, sus bucles mojados y su aroma natural macerado con su perfume.- Creo que enloquecí de amor al ver a mi príncipe azul.-
Mike también puso buena onda y sirvió una copa, antes de cenar.- Al rato, nuevamente el timbre.- Con Mike nos miramos asombrados.-
-“Cariño, me parece que Papá Noel nos ha abandonado a nuestra suerte esta navidad” -  me dijo al oído y fue a abrir la puerta.-
Para sorpresa de todos, y sobre todo de Mike, su hermano Marlon, el más cercano en edad a Mike, era quien estaba en el umbral.-
-“Marlon…” – se quedó con un discurso sin pronunciar Mike.-
-“¡¡¡ Mikeeeeeeee…!!!!.” – lo abrazó alzándolo al aire Marlon.-
-“Hola Marlon” – le dije – El siempre simpático me saludó cordial y cariñoso como siempre.-
-“Hola cuñadita….” -  me abrazó y me dio un beso.- Traía una botella de vino y una bolsa con regalos.-
-“Recuerdas a mi amiga Alice?” – los presenté.-
No se qué pasó, pero era evidente que un chispazo en ese momento surgió entre los dos, aunque con Mike, nos dimos cuenta más tarde.-
Alguna que otra vez se habían visto en una que otra reunión, pero claro, Marlon estaba casado, y ahora, se encontraba divorciado desde hacía un tiempo.-
Nosotras nos sentamos en los sillones de la sala con nuestras copas mientras el pavo terminaba de hornearse.- Mike, ofuscado, se llevó a su hermano a un rincón aparte.-
-“Marlon, ¿Qué estás haciendo? ¿Acaso te ha enviado mamá?” – le preguntó algo irritado.-
-“Hey, soy mayorcito… no hace falta que mamá me envíe a ninguna parte y menos como si yo fuera un espía” – le retrucó su hermano.-
Marlon le contó que desde hacía unas horas estaba en casa de su madre, y que realmente no aguantó más el clima.- Su madre no hacía otra cosa que hablar del desaire que Mike y yo le habíamos hecho.- Marlon, antes de pelear, decidió irse.- Ahora mi suegra, estaba enojada con él también.-
-“Marlon, luego de las 12 tendrás que irte.- De veras tenemos otros planes.- Mi amada ha planeado algo especial.- No atino a darme cuanta qué puede ser y me tiene totalmente intrigado.- Dice que me tiene un regalo especial”.-
-“Qué bueno hermano, me alegro mucho.- Espero que realmente sea algo muy bonito” – Marlon lo decía con alegría por Mike, pero con un dejo de tristeza.- No podía superar aún su fracaso matrimonial.- Él en el fondo seguía amando a su ex mujer.- A pesar de que había pasado bastante tiempo, el pobre Marlon no lograba recuperarse y su soledad lo estaba agobiando.- No estaba para aguantar los sermones de su madre por una simple ausencia en la mesa.- Mike, que tiene un corazón de oro, comprendía perfectamente a su hermano.-
Nos reunimos en la mesa los cuatro y pasamos un encuentro inolvidable… era evidente que Marlon y Alice se atraían y se miraban con buenos ojos.- Mike, que quedó enfrentado a mí en la mesa, no paraba de decirme con la mirada y con gestos, que su hermano y mi amiga estaban congeniando.- Llegó un momento en que ambos nos guardamos a silencio, y sólo Marlon y Alice hablaban.- Pero no sólo hacían más amena la velada, sino que, en un momento dado, parecieron olvidar por completo nuestra presencia.-
Mike, con la excusa de ir a buscar algo a la cocina me llevó hacia allí.-
-“Tenemos que convencer a ambos que luego del brindis salgan a festejar ellos solos” – me dijo.-
-“¿Te parece Mike? ¿No es algo apresurado? Además, es algo que creo deberían decidir ellos mismos, no empujados por nosotros” – le sugerí.-
-“Pero amor… nos están arruinando los planes… yo también tengo una sorpresa preparada para ti” – me dijo sonriendo.- Quedé intrigada, mientras lo miraba embobada.-
Mientras desocupábamos la mesa y traíamos el postre, yo traté de convencer a Alice y Mike trataba de hacer lo mismo con Marlon.-
-“¿Te parece que salga con él esta noche si me lo propone?” – me dijo dubitativa.-
-“Alice… se nota que te gusta y estás deseando salir aunque sea a dar una vuelta con él”.-
Alice, me miró sonrojada.- No pensó que se notaba tanto su fascinación por el hermano de Mike.-
-“Además, tenemos otros planes.- Quiero darle una sorpresa especial a Mike esta Navidad, y para eso necesito estar a solas con él” -  le insistí algo insinuante.-
-“Diooooooooooos… cuéntamelo todo” –
-“Alice… ¿Cómo te lo voy a contar…?” –
-“Picarona… en lo que quieres emplear la Navidad…” – me dijo risueña y con aire de complicidad.-
-“Tal vez tu la emplees de la misma manera” – le dije lanzándole la misma pelota.-
Mientras, Mike en la sala con su hermano, conversaban de la misma manera.-
-“Marlon, es claro que ella te gusta… salgan ustedes donde quieran.- llévala a un lugar bonito.- Yo necesito estar solo con mi mujer.- Ella insiste con una sorpresa, y yo tambien le he preparado un regalo especial.- Quiero una navidad diferente hermano” – le confió.-
-“Sinverguenza… ya me imagino que clase de regalo le piensas dar que necesitas tanta intimidad” – reía Marlon, un genio en el arte de ser mal pensado.-
-“Para eso no me hace falta esperar a la Navidad.- Es algo realmente especial, pero quiero estar solo con ella cuando se lo entregue.- Y no preguntes más ¡!! Sólo vete con Alice luego de las 12 !!!” – más que pedirle le ordenó.-
Luego del postre, llegó por fin la esperada hora… las 12, y con ella la Navidad.-
Brindamos y nos deseamos todos una “Feliz Navidad”…
Mike me tomó con una de sus manos por la cintura y nos acercamos a darnos un profundo beso.-
-“Te amo mi amor” -  me dijo
-“Yo te amo más” – le respondí yo… con su frase favorita.-
Brindamos y entrelazamos nuestras manos para beber cada uno de su copa.-
Tanto Marlon como Alice nos habían traído regalos y nosotros teníamos algunos para ellos.-
Mientras nos intercambiábamos obsequios yo serví un café y serví las cupcakes que Mike me había ayudado a preparar.-
Sonaron lo teléfonos móviles, tanto mi madre como la suya, y otros familiares llamaban para saludar.- La navidad todo lo puede, y el nacimiento del niñito Jesús, año a año trae nuevas esperanzas y renueva los corazones.- El disgusto que se venía gestando la última semana parecía haberse disipado por completo, y el amor se manifestaba más fuerte y profundo que nunca.-
-“Feliz Navidad hijo, para ti y tu amada.- Perdona mi enojo de estos días… pero es sólo que te amo demasiado hijo mío” – dijo emocionada la madre de Mike a su hijo.-
-“Yo tambien te amo tanto mamá, eres lo máximo y el amor que durará siempre en mí.- En unas horas, al mediodía nos tendrás en tu casa, te lo prometo” – le dijo Mike emocionado a su madre.-
También habló por teléfono con algunos de sus sobrinos más pequeños que, le contaron emocionados que, no sabían cómo, pero Papá Noel que es tan veloz, sin darse ellos cuenta, ya había dejado millones de regalos en el árbol de la abuela, todos muy bonitos.- Mike les hablaba con la alegría de un niño, y esa fue la parte que más añoraría él se esa navidad, el no haber estado presente en ése momento mágico, de ver las caritas felices de los niños al recibir sus regalos que el buen Santa les traía desde el Polo Norte.- Pero Mike aun no sabía que él también, esa misma noche, se sentiría tan feliz como los niños.-
Delante de Marlon y Alice, nos entregamos regalos, otros que tanto él como yo teníamos preparados.- Yo le regalé una camisa de seda roja, de la que estaba impaciente por ver cómo le quedaría.- Él, que siempre se destaca en los obsequios, me regaló un par de zapatos elegantísimos con cartera haciendo juego y además mi perfume favorito (y que a él enloquece).-
Por fin, Marlon y Alice se fueron, pasadas las 12:30.- Ambos les deseamos suerte, Mike a su hermano, y yo a Alice disimuladamente.- Marlon me abrazó y me dio las gracias… me di cuenta que no era por la cena, sino por la oportunidad que se le presentaba en la vida.- Tanto él como Alice sintieron que les habíamos dado un hermoso regalo esa Navidad.-
-“Al fin solos…!!!” - exclamó Mike luego de cerrar la puerta con llave y apoyar su espalda contra ella como aliviado.-
Entre besos y abrazos, que se iban descarrilando de la dulzura hacia la pasión, llegamos nuevamente a la sala.- Mike ya se estaba adueñando rápidamente de mí y pude detenerlo a tiempo.-
-“Cariño, es hora de la sorpresa”- le dije.-
-“Yo también tengo una sorpresa” – me dijo.- “Y primero las damas… así que recibirás tu primero” – y me besó apasionadamente.-
Trajo una cantidad considerable de paquetes, que eran los que estaban más ocultos debajo del árbol.-
Dios… había de todo… Ropa, bijouterie, otros perfumes, libros, peluches, muñecas de porcelana, carteras… parecía no tener fin…
Mike es así, disfruta regalar.-
-“Mike… no hacía falta tanto mi amor, no es necesario” y le agradecí uno por uno los regalos.-
-“Lo bueno de regalarte mucho es que recibo muchos besos…” – dijo pícaro y dulce, tanto que me daban ganas de comerlo suave y lentamente.-
Quedó una última caja.- Era artesanal, decorada a mano, por lo tanto no estaba envuelta.- Bastante grande y… en forma de corazón… me emocionó cuando me la ofreció.-
-“Esta es mi sorpresa especial mi amor, … todo mi corazón” – me dijo con una dulzura que su voz angelical parecía un dulce susurro en mis oídos.-
Las lágrimas comenzaron a aflojar mis ojos.-
La abro, y una pequeña cajita de terciopelo rojo, también con forma de corazón, apareció a simple vista.- Al abrirla, dos anillos de oro idénticos, uno más grande y el otro más pequeño unidos por un fino cordón dorado.- Las alianzas, el símbolo de lo infinito, del amor sin principio ni fin…
-“Te casarías conmigo?”… - me preguntó con carita de niño asustado.-
Realmente esa sorpresa no me la esperaba… las lágrimas caían como cascadas y resbalaban por mis mejillas.- Mike se esforzaba por secármelas y detenerlas, con un pañuelo, con sus dedos y hasta con sus labios.-
-“Claro que sí mi amor…” – me colgué de su cuello, lo abracé y lo besé totalmente enamorada y emocionada.-
-“Bueno – dijo haciéndose el bromista, pero con lágrimas de emoción él también – “No te queda otra opción porque ya he arreglado todo para casarnos el mes que viene” – dijo resuelto… Yo no cabía en mí de la emoción… No podía creerlo.-
Seguí abriendo los regalos de la caja.- Había un papel… era la reserva para casarnos el día 15 de enero.- Una tarjeta… de la mejor diseñadora de vestidos de novia, que ya Mike había contactado y ya el día 26 de diciembre tenía arreglada una cita con ella.- Un sobre largo… dentro dos pasajes a Bora Bora en Tahití, la paradisíaca isla de la Polinesia.- Un voucher… del mejor hotel de Bora Bora, en una de sus exclusivas cabañas que dan al azul mar, en un lugar tan romántico como de ensueño.- Un paquete… una bikini que tapa demasiado poco y un pareo, todo floreado, delicado y hermoso.- Y finalmente, una carta, en un sobre perfumado, que el mismo Mike me había escrito, donde con su letra algo desorganizada, pero con las palabras más bellas del Universo, me decía cuánto me amaba, lo profundamente enamorado que estaba de mí, lo feliz que era en esos dos años de convivencia y el profundo anhelo de hacerme su esposa para toda la vida.-
La emoción no me dejaba hablar como yo quería.-
-“Allí en Bora- Bora podemos casarnos también, por el rito Tahitiano, en la playa al atardecer, con los lugareños cantando, nosotros vestidos con los pareos y flores, la música típica, las velas encendidas en la arena y las velas flotantes con formas de flores o corazones en el mar y en una de ellas nuestra promesa de amor eterno escrita en un papel.- Luego, al quedar solos, bañarnos en el mar a la luz de las velas, y después, mientras la velas se alejan mar adentro, hacernos el amor en la orilla, bajo la luz de las estrellas.- Casarnos de esa manera ha sido siempre tu sueño, y me gusta, es muy romántico, ideal para nosotros.- Y me he informado bien de todo, como verás.- Quiero hacerte muy feliz mi cielo”.- me dijo emocionado.-
Mike es capaz de emocionar hasta las lágrimas en un segundo, con gestos de amor tan sencillos como profundos.- Porque en todo lo que él hace  imprime la pureza de su alma, la nobleza de su corazón y la inmensidad de su amor.- Todo me lo da desde la profundidad de su inmenso amor.- ¿Cómo no estar enamorada de él más allá de lo que mi corazón pueda contener?
Yo no podía esperar nada más de la vida, ya lo tenía todo… esta navidad Papá Noel se había portado más que generosamente conmigo… Me regaló lo más sagrado… el intenso amor del hombre al que amo profundamente más que a mi propia vida.-
Mike me hizo el regalo de amor más maravilloso que un hombre puede darle a una mujer… decirme que me ama y reafirmarlo con bellas acciones y actitudes, y un compromiso para unirnos más… para consagrarnos al amor que tanto sentimos uno por el otro.-
Después de contenerme en sus brazos y consolarme, ya que la emoción me desbordaba, traté de serenarme.- Me tocaba ahora a mí darle mi regalo de amor.- Un regalo que Mike tenía más que bien merecido.-
-“Ahora me toca a mí” – le dije y tomé una caja rectangular de entre los regalos.-
-“Este es mi regalo mi cielo.- Todo mi amor está en él…” – le dije con una sonrisa.-
La sencillez del paquete lo dejó más que asombrado.-
-“Para ser mi reloj es demasiado grande… y para ser un bate de béisbol es pequeño” – dijo risueño.- Rompió el envoltorio y lo abrió.- Otra caja había dentro.-
-“Estás jugando conmigo” – me dijo divertido.- Y siguió abriendo, un par de cajas más.-
-“Ahora sí… el tamaño… seguro es un reloj ¡!!!” – exclamó… pero no, una nueva caja, delgada, ya muy pequeña para ser un reloj de hombre… Además era una caja artesanal, él las conocía bien, yo misma las hacía con cartón microcorrugado.-
La cara de Mike de intriga no tenía desperdicio.- Ahora sí que no tenía ni idea de lo que podía encontrar allí.- Disfruté inmensamente ese momento.-
Destapó la cajita… el asombro, como un manto, cubrió su bello rostro y le hizo abrir su tentadora boca en señal de sorpresa, luego, su carita se iluminó, y de sus enormes ojos oscuros, las lágrimas comenzaron a fluir como un intempestivo aguacero de verano.- Disfruté aún más ese momento.- Quería hablar y no podía… una profunda emoción lo embargaba…
-“Espero que este regalo te haga inmensamente feliz mi amor” – le dije, dándole un beso en la mejilla.-
Mike me miró con los ojos nublados de lágrimas mientras quitaba el pequeño dispositivo de la cajita… el test de embarazo con las profundamente marcadas y ya imborrables dos rayitas le anunciaban que en pocos meses sería papá.-
Su hijo, la continuación de sí mismo, un pedacito mío y el fruto de nuestro amor era el mejor regalo que yo podía ofrecerle, y que Dios me daba la oportunidad de regalarle a mi hombre… Papá Noel, también se había portado más que bien con Mike, trayéndole el regalo más anhelado y renovando el amor, la fe y la esperanza para el año que comenzaba, y que consigo traía el nuevo integrante de la familia que ahora comenzábamos a formar.-
Yo me sentía feliz y orgullosa, porque un hijo es el mejor regalo de amor que una mujer puede ofrendar al hombre que ama.- La semilla de mi amado Mike creciendo dentro de mi vientre y nutriéndose de mi cuerpo, para transformarse en su felicidad, su orgullo y el mejor legado que puede dejar en este mundo, era el don más preciado que Dios me dio y la demostración más excelsa de mi amor hacia él.-
-“Mi vida… me haces tan feliz… estoy tan emocionado… no me salen las palabras… Ahora comprendo… algo distinto notaba en ti, en tu semblante, una serenidad, una hermosura distinta… y tus senos…. Están cambiando, hoy de verás lo noté… Dios… y yo me comporté como un salvaje hace unas horas… y tú estás embarazada… perdóname, tengo que ser más cuidadoso a partir de ahora” – su timidez asomó y lo hizo ruborizarse.- Y por primera vez apoyó tiernamente sus manos en mi abdomen, que aún no daba ninguna señal de embarazo.- Adoro su timidez y su dulzura, su pudor, que se contradice con su fogosidad… adoro todos sus matices… es el Hombre Perfecto.-
-“Pero Mike… ¿Qué dices? Estoy embarazada, no enferma… y no creas que no usaré ese traje de baño diminuto que me has comprado… todavía el mes que viene puedo lucirlo… y no creas que no disfrutaré de nuestra luna de miel en las románticas playas de la Polinesia… no pienso perderme de nada…” -  le dije entre risas y lágrimas.-
-“La semana pasada, ya ante un atraso me hice el test.- Allí surgió la idea de la navidad para nosotros solos, por eso no pude anticiparlo más.- Luego fui al médico y unos análisis confirmaron el resultado del test.- Ya no hay dudas…no estamos solos Mike” – le dije ya algo más calmada.- Y recordé… me dirigí hacia los regalos y tomé el que faltaba… su nuevo reloj…
Mike me agradeció emocionado, por su nuevo reloj, casi idéntico al que tanto adoraba, aunque ese tema ya había pasado a ser totalmente secundario para él.- Las palabras parecía no querían salir fácilmente de su boca aún.-
-“Ah… y la fecha de parto estimada es para fines de Agosto mi vida… tal vez coincida con tu cumpleaños”.- Mike lloró, la emoción ya lo desbordaba.- Adoré poder consolarlo.-
Quedamos en la sala, sentados en el sofá, abrazados, besándonos dulcemente, mirándonos embobados, diciéndonos con susurros palabras bellas y él, cantándome canciones románticas al oído con su voz deliciosa y cautivante.- Oirlo así era como un hechizo mágico.-
Largo rato estuvimos así, prodigándonos mimos y dulzura… acostumbrándonos a la idea de que ya no éramos solo dos.-
Dejamos todo como estaba… la cafetera, las tazas con restos de café, algunos cupcakes, migas, servilletas, papeles de regalo desparramado, cajas de regalo abiertas.-
-“Vamos a la cama mi vida” – me dijo Mike en un susurro.- Yo llevé mi caja con forma de corazón y todo su contenido de boda y romance dentro, él llevaba la pequeña cajita con el test de embarazo, la confirmación de la presencia de nuestro hijo entre nosotros, dentro.- Subimos las escaleras… desde arriba vimos las luces del arbolito encenderse y apagarse, intermitentemente… cuando hay luz las esperanzas se renuevan.-
Ya en la cama, desnudos, nos amamos tierna y muy lentamente.- Las caricias y besos inundaron nuestros cuerpos acariciados por las suaves sábanas de seda color natural.- Sus poderosas manos me recorrían como la brisa mece a las flores y su hermoso y torneado cuerpo avanzaba sobre el mío, me cubría y se retiraba como el agua de la orilla del mar besa la arena arrastrándose sobre ella, avanzando y alejándose armónicamente.- Sus besos quemaban lentamente mi piel, como el calor del sol a todo lo que baña con su luz dorada y la tersura de sus labios me estremecía como si un rayo me hubiese alcanzado.- Sus hermosos y maravillosos ojos, oscuros como la noche, me miraban a través de la lujuria mientras hacíamos el amor, revelando la bella manera de ser de su dueño, que se escapaba a través de ellos en la profundidad de esa mirada de ensueño, y el intenso placer del amor que de a ratos los hacia cerrarse, coronados por esas pestañas que como abanicos los ocultaban momentáneamente, llevándolo a paraísos que sólo los vemos ambos con los ojos del alma y disfrutamos con nuestros cuerpos unidos indisolublemente, fundidos uno con el otro, confundiéndonos en un punto y perdiendo definición y límites, dibujando un horizonte imaginario donde ambos somos uno solo.-
Mi cuerpo debajo del suyo se estremeció como las olas del mar al influjo de la luna que por encima las observa y las seduce, atrayéndolas hacia sí.- Él era como mi luna serena y hechicera y yo el mar embravecido y dominado.-
En su nuevo rol de futuro padre, tierna y dulcemente volvía hacia mi vientre, todavía chato, apoyando su cabeza, besándolo con sus labios de terciopelo, acariciándolo con sus manos de seda y colocando dulcemente su rostro de ángel hermoso y diciéndole en un susurro a su hijo lo mucho que lo ama.- La dulzura y delicadeza que me dispensó en esos momentos me llenaron de gozo, tanto, que me hacía tocar las estrellas con las manos.-
Cada “te amo” que nos dijimos, y cada beso con que sellábamos esas palabras eran como un nuevo amanecer en nuestros corazones, una nueva luz de amor y esperanza que renovaba nuestra felicidad.-
Nuestros cuerpos se enredaron una y otra vez, brazos y piernas, vientre contra vientre, ombligo besando al otro ombligo, en busca de la posición más perfecta…
Las sábanas nos fueron acompañando, y como nosotros, se fueron descarrilando…
Su cabello negro azulado se fue enredando con el mío castaño rojizo en una madeja de pasión… su lengua acariciaba la mía, sus labios se fundían con los míos y los dedos de nuestras manos se entrelazaban como en un tejido perfecto…
Mis piernas se abrieron y mi sexo, blando y permeable, alojó al suyo, duro e imponente, que desesperado se abrió paso, penetrando hasta las profundidades de mi ser, primero lenta y delicadamente y luego frenética y apasionadamente, exhacerbando mis jugos de mujer y entregándome a las artes amatorias de mi hombre, que me hacía sentir la mujer más entera y feliz de la tierra, mientras me cabalgaba como un semental enardecido, y me hacía gritar de placer como una yegua indomable, arrojándome a los abismos de orgasmos insondables, hasta confluir en el momento cúlmine conmigo, en el clímax total, derramando su dulce néctar en mis entrañas ya ocupadas por una pequeñísima parte de él, de su imiente ya germinada en mi jardín, mientras abrazados en nuestros cuerpos, nuestras almas nos abandonan, entrelazadas una a la otra y embriagadas de placer hasta llegar al paraíso del amor y estallar de gozo y juntos, volver lentamente a nuestros cuerpos, aun unidos, y lentamente separarnos y volver a ser él el hombre maravilloso que es y yo la mujer profundamente enamorada de él que soy.-
Nuestros sexos se separaron, pero nuestros brazos nos volvieron a unir, y nuevos besos y caricias nos arroparon y sumergieron en ese momento mágico del amor después del amor, de la calma luego de la tormenta, de la ternura luego de la pasión.-
En posición de cucharita, mi espalda sentía la tibieza de su pecho, mis glúteos el contacto de su pene ahora en reposo, mis piernas apoyadas sobre las suyas, sus brazos rodeándome y con una de sus manos apoyada en mi vientre… acariciándolo dulcemente, en un claro mensaje de amor incondicional hacia su hijo y su rostro apoyado en mi cuello y descansando sobre mi cabello.-
-“Te amo mi cielo” -  le dije
-“Yo te amo más… a ambos” – agregó… feliz.-
De repente recordamos a Marlon y Alice, y nos preguntábamos que habrá pasado, como habrá seguido su velada.-
Y nos imaginábamos pocas horas más adelante, en plena reunión familiar, cuando diéramos a conocer tantas noticias… boda, luna de miel y … embarazo… Para las futuras abuelas y abuelos, esa iba a ser una navidad inolvidable.- Para nuestras madres y padres, como hijos que somos, era también el mejor regalo de amor que podíamos darles… demostrarles cuan felices éramos y coronar toda esa felicidad con nuestro hijo, un nieto para ellos… nuevamente, el amor, la fe, la esperanza, y la vida que se renueva… la familia que se agranda… El espíritu navideño que se renace y nos ilumina.-
-“Feliz Navidad mi amor…” – nos dijimos a coro…
- “Y Feliz Navidad y Paz para Todos…” -  deseamos desde el fondo de nuestro corazón para todo el mundo…

FIN

Silverlight

(Novia de Mike)